La demencia de inicio joven (YOD), definida como la demencia que aparece antes de los 65 años, afecta al menos a 3,9 millones de personas en todo el mundo y, aunque a menudo se asocia con el envejecimiento, se reconoce cada vez más como una afección influenciada por factores modificables del estilo de vida. Contrariamente a las suposiciones comunes, la predisposición genética representa solo del 5 al 10 % de los casos de YOD, lo que significa que las elecciones de comportamiento y ambientales desempeñan un papel mucho más importante. Una investigación reciente publicada en el Journal of the American Medical Association identificó cuatro hábitos clave relacionados con un menor riesgo.
Conexión social: el poder de la interacción regular
La soledad y el aislamiento social son riesgos para la salud bien establecidos y este estudio confirma su conexión con la demencia. Los investigadores descubrieron que las personas que veían a familiares y amigos más de una vez al mes tenían un riesgo reducido de YOD. Aquellos que socializaban una vez al mes o menos enfrentaban un riesgo significativamente mayor. Esto subraya la importancia de la interacción humana regular para la salud cognitiva, lo que sugiere que mantener vínculos sociales fuertes es un paso proactivo hacia la prevención de la demencia.
Niveles de vitamina D: una deficiencia crucial que se debe evitar
La deficiencia grave de vitamina D, definida como niveles en sangre inferiores a 10 ng/ml, se relacionó con un mayor riesgo de YOD. Esto concuerda con investigaciones anteriores que muestran que niveles tan bajos se asocian con un 50% más de riesgo de demencia en general. La conclusión es simple: garantice una ingesta adecuada de vitamina D. Se ha demostrado que la suplementación reduce la incidencia de demencia hasta en un 40 % en adultos mayores, y la optimización de los niveles de vitamina D respalda no solo la función cognitiva sino también la salud ósea, la función tiroidea y la regulación del estado de ánimo.
Fuerza física: fuerza de agarre como indicador cognitivo
Los investigadores midieron la fuerza de agarre de la mano como un predictor del deterioro cognitivo y los resultados fueron claros: los participantes con una fuerza de agarre superior al promedio tenían un menor riesgo de YOD. Esto pone de relieve el vínculo entre la fragilidad física y la salud cognitiva. Los ejercicios de fortalecimiento, incluso los más simples, como abrir frascos o columpios con pesas rusas, pueden contribuir a mantener la resiliencia cognitiva. La fuerza de agarre es una métrica fácilmente mensurable que refleja la salud física general y su impacto en la función cerebral.
Consumo moderado de alcohol: un matiz en los datos
Los hallazgos sobre el consumo de alcohol son más complejos. Si bien el trastorno por consumo de alcohol diagnosticado aumentó el riesgo de YOD, el consumo moderado de alcohol se asoció con un riesgo menor en comparación con la abstinencia total. Los investigadores sugieren que los patrones de consumo de alcohol moderados e incluso más intensos parecían protectores. Sin embargo, esto no significa que se fomente el consumo de alcohol. Otras investigaciones vinculan el alcohol con un mayor riesgo de demencia y conlleva muchos otros riesgos para la salud. Si consume alcohol, es aconsejable moderación y elegir opciones bajas en azúcar más temprano en el día.
Estos cuatro hábitos ofrecen un camino tangible hacia la reducción del riesgo de YOD. Si bien los factores no modificables como la diabetes, los accidentes cerebrovasculares, las enfermedades cardíacas y la depresión también influyen, adoptar estos cambios en el estilo de vida puede ser especialmente beneficioso para quienes tienen afecciones preexistentes. La creciente prevalencia de la demencia exige una prevención proactiva, y estos hallazgos proporcionan pasos viables hacia un futuro cognitivo más saludable.
