El proceso de formación médica está diseñado para dotar a los futuros médicos de las habilidades y conocimientos necesarios para brindar atención de calidad al paciente. Sin embargo, una práctica de larga data en algunas facultades de medicina ha planteado serias preocupaciones éticas: la realización de exámenes pélvicos en mujeres anestesiadas sin su consentimiento o conocimiento. Esta tradición profundamente preocupante, a menudo descrita como un “pequeño secreto sucio”, expone un lapso significativo en la autonomía del paciente y plantea interrogantes sobre los valores fundamentales de la ética médica.
Los orígenes y el alcance de la práctica
La práctica, detallada en un libro que examina la experiencia del autor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Tufts, involucra a estudiantes de medicina, a menudo varones, que practican exámenes pélvicos en pacientes anestesiadas durante la cirugía. Un estudiante relata: “Estoy enguantado, quinto en la fila… Aprendemos más que habilidades de examen. Aprovechando la vulnerabilidad de la mujer, mientras yacía desnuda sobre una mesa inconsciente, aprendemos que los pacientes son herramientas que podemos explotar para nuestra educación”. Este modelo de “máquina expendedora”, donde los estudiantes hacen fila para realizar exámenes, ha sido condenado como un “ataque escandaloso a la dignidad y autonomía del paciente”.
La práctica no se limita a una sola institución. Se describe como una tradición “antigua” que ocurre en las facultades de medicina de todo el mundo, lo que plantea dudas sobre cuán extendido está realmente el problema.
Defensas y preocupaciones éticas
Muchas facultades de medicina y hospitales defienden esta práctica, afirmando que tales exámenes caen dentro del “consentimiento implícito” del paciente para la cirugía. Sostienen que los pacientes son conscientes de que están ingresando en un hospital universitario y, por lo tanto, deben esperar la participación de los estudiantes. Sin embargo, la investigación revela una desconexión: muchos pacientes desconocen las interacciones con estudiantes de medicina o incluso si se encuentran en un hospital universitario. Esta ambigüedad surge de “mentiras y engaños deliberados”, lo que pone de relieve un posible desprecio por la transparencia del paciente.
Erosión de la responsabilidad y el consentimiento
Una tendencia preocupante revela una erosión de la responsabilidad entre los estudiantes de medicina. Una encuesta encontró que el 100% de los estudiantes fueron presentados a los pacientes como “médicos” por los miembros del equipo clínico. Investigaciones adicionales indican una disminución en el sentido de responsabilidad de los estudiantes de informar a los pacientes que son estudiantes, particularmente cuando se trata de un procedimiento invasivo. Esto lleva a un enfoque de “no preguntar, no decir” a la hora de buscar el consentimiento para los exámenes pélvicos. Los datos muestran que más de un tercio de los estudiantes de medicina encuestados no estaban de acuerdo con la afirmación: “Los hospitales deberían obtener permiso explícito para la participación de los estudiantes en exámenes pélvicos”.
Los médicos a menudo intentan restar importancia a la sensibilidad de los exámenes pélvicos, haciendo comparaciones con la cirugía abdominal o los procedimientos oftalmológicos. Sin embargo, el hecho es que examinar la vagina de una mujer es inherentemente íntimo. Un profesor manifestó su preferencia por “una nueva generación de médicos bien capacitados… en lugar de una nación de mujeres cuyas vaginas están protegidas de la agresión por parte de estudiantes de medicina”, demostrando un desprecio por el bienestar de los pacientes.
Perspectivas de los pacientes y la necesidad de cambio
A pesar de estas justificaciones, los estudios muestran consistentemente que una gran mayoría de mujeres (hasta el 100%) quiere estar informada sobre los exámenes vaginales realizados por estudiantes de medicina. El hecho de que los pacientes valoren profundamente que se les pregunte plantea una pregunta crucial: ¿por qué es tan difícil para los profesionales médicos obtener el consentimiento? La respuesta a menudo es que preguntar provocaría rechazo.
En última instancia, la encuesta nacional concluye definitivamente: “Sin embargo, los pacientes ingresados en hospitales universitarios no renuncian por el mero acto de la admisión a sus derechos como seres humanos a tener el control último sobre su propio cuerpo y a participar en las decisiones relativas a su atención médica”. La práctica actual entra directamente en conflicto con este principio fundamental.
La persistencia de esta práctica subraya la urgente necesidad de un cambio. Establecer protocolos claros para obtener el consentimiento informado, aunque sea un desafío, es esencial para defender la dignidad del paciente y alinear la educación médica con los estándares éticos. Es un paso fundamental para garantizar que la búsqueda de la competencia médica no se produzca a costa de la autonomía y el respeto del paciente.



















