La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune crónica que altera el sistema nervioso. Su naturaleza impredecible hace que sea difícil predecir cómo progresará en un paciente determinado, pero la intervención temprana con tratamientos modificadores de la enfermedad puede ralentizar significativamente su curso. Investigaciones recientes sugieren que puede haber un período crucial antes de que aparezcan los síntomas típicos (un “pródromo”), donde surgen signos sutiles con años de anticipación, lo que ofrece una ventana potencial para un diagnóstico y tratamiento más tempranos.
¿Qué es el pródromo de EM?
El pródromo de la EM aún no es una etapa de la enfermedad definida formalmente. Más bien, es un concepto en evolución basado en observaciones de que las personas eventualmente diagnosticadas con EM muestran patrones de mayor uso de atención médica (por razones que no sugieren inmediatamente EM) hasta 14 o 15 años antes de sus primeros síntomas neurológicos claros. Esto significa que se producen cambios en el cuerpo mucho antes de que los signos clásicos, como problemas de visión o debilidad muscular, se vuelvan evidentes.
Investigadores como Ahmed Abdelhak de la UCSF explican que esto es similar a lo que se observa en otras enfermedades crónicas: una fase presintomática en la que los procesos inflamatorios ya están en marcha. La pregunta no es si estos cambios ocurren, sino cuán temprano pueden detectarse.
Señales de alerta temprana: más allá de lo obvio
Un estudio de 2017 en The Lancet Neurology destacó por primera vez el vínculo entre el aumento de las visitas al cuidado de la salud y el eventual diagnóstico de EM. Datos más recientes, publicados en 2025, muestran que este patrón puede comenzar incluso antes. Las personas que posteriormente desarrollan EM visitan al médico con más frecuencia desde 14 a 15 años antes de sus primeros síntomas de EM, en comparación con aquellos que permanecen libres de EM.
Los problemas de salud específicos que surgen en esta fase prodrómica suelen ser inespecíficos:
- Salud mental: Ansiedad, depresión
- Neurológicos: Migrañas, mareos, vértigo, insomnio, alteraciones visuales.
- Musculoesquelético: Osteoartritis, trastornos de las articulaciones de la rodilla
- Sistémico: Fatiga, anemia, problemas intestinales/vejiga, fibromialgia, dolor inexplicable
Estos síntomas son comunes en muchas afecciones, por lo que no apuntan automáticamente a la EM. Sin embargo, su combinación y frecuencia en individuos que luego desarrollan EM son estadísticamente significativas.
¿Podemos detectarlo ahora?
Actualmente, no existe una forma confiable de diagnosticar el pródromo de la EM. La investigación se centra en analizar los patrones de atención médica en grandes poblaciones, pero la mayoría de las personas que visitan al médico por estos problemas no desarrollarán EM. El objetivo no es crear una prueba que provoque pánico, sino identificar biomarcadores y patrones que eventualmente podrían predecir el riesgo.
Un posible enfoque futuro implica algoritmos que combinen síntomas prodrómicos, factores de riesgo de EM (como ser mujer o tener menos de 50 años) y exploraciones por imágenes para detectar lesiones tempranas del cerebro y la columna. Esto es hipotético, pero ilustra la dirección de la investigación.
El trasfondo biológico: emergen los biomarcadores
Más allá del uso sanitario, los investigadores están examinando los biomarcadores que aparecen durante el pródromo. El trabajo del Dr. Abdelhak muestra que las personas que posteriormente desarrollan EM tienen niveles más altos de ciertas proteínas en la sangre, lo que indica mielina temprana (protección de las fibras nerviosas) y daño a los nervios, incluso antes de que comiencen los síntomas. Estos cambios surgen siete años antes de los primeros signos clínicos.
La secuencia es clara: primero la lesión de la mielina, luego el daño a los nervios, seguido de cambios más amplios en el sistema inmunológico. Esto sugiere que intervenir en esta etapa podría potencialmente prevenir o retrasar el desarrollo completo de la EM.
¿Qué sigue?
El pródromo de la EM es todavía un área de estudio inicial. Los investigadores deben determinar la duración exacta de esta fase, identificar quién progresará (y quién no) a la EM y evaluar los beneficios del tratamiento temprano. Los últimos criterios de diagnóstico para la EM, actualizados en 2024, ya permiten un diagnóstico más temprano, incluida la identificación de la EM a través de lesiones del nervio óptico.
El mensaje general es claro: cuanto antes se identifique y trate la EM, mejores serán los resultados a largo plazo.
En última instancia, comprender el pródromo de la EM no se trata de crear nuevos temores, sino de abrir posibilidades para la prevención y un manejo más eficaz de la enfermedad. El objetivo es intervenir antes de que se produzcan daños irreversibles, mejorando las vidas de quienes están en riesgo.



















